AGRESIÓN. Como si se tratase de un grupo de delincuente, los trabajadores de la empresa BOYER nos agredieron el día de ayer. Sin reparo alguno, nos propinaron golpes, lanzaron piedras, insultaron y amenazaron. Todo esto por el simple hecho de realizar nuestra labor de prensa. Tal parece que el “chalequeo” ha regresado.
Al promediar las 11:30 am nos dirigimos a la obra Colector Bolívar para constatar lo que se viene denunciando, las presuntas irregularidades en la ejecución del proyecto. Como era de esperarse, no había ninguna señalización para el tránsito y menos para el ingreso de peatones a este tramo de la calle Bolívar.
En el recorrido apreciamos que la cinta de seguridad estaba totalmente caída, incluso ya ni siquiera veíamos los sacos negros que a duras penas habían colocado como si fuera una adecuada medida de protección para evitar accidentes.
Algunos obreros nos insultaban mientras realizábamos la grabación en las inmediaciones de la obra. Esta situación no nos amilano y continuamos el camino. El dueño de un negocio de funeraria aprovechó nuestra presencia para quejarse porque la empresa no cumplió con brindarles alguna facilidad para movilizarse, compromiso que incluso hicieron ante nuestras cámaras en una visita pasada. “No hay espacio, ni siquiera dejan por donde caminar”, se lamentaba.
De pronto, mientras continuábamos grabando lo que sucedía en la obra, uno de los trabajadores me alcanzó por detrás y me propinó un fuerte puñetazo en el rostro. El golpe me desorientó por unos segundos y apenas me repuse fui tras él.
El cobarde sujeto vestía un polo color morado, jeans rasgados, zapatillas blancas con plomo, reloj plomo y casco azul. Al ver que lo seguía, comenzó a huir. Los obreros empezaron a impedirnos el paso, dándole tiempo a que el agresor cruzara a la otra vereda.
Pese a que intentamos seguirlo, más obreros dejaron sus labores para sujetarnos fuertemente, empujarnos con tal que no lo detuviéramos. Intentamos liberarnos en varias ocasiones, pero tuvimos que enfrentarnos a casi todos los que se encontraban laborando en ese momento, cada uno empezó a golpearnos para asegurarse que no alcanzáramos al sujeto agresor.
Mi camarógrafo era sostenido y recibió golpes en la espalda y piernas, incluso intentaron quitarle la cámara de video. El trabajador que pertenece a la empresa supervisora de la obra Walter Furlong no solo evitó que persiguiéramos al agresor, sino que cogió fuertemente el micro de la cámara e intentó arrebatarnos el equipo.
En un momento en el que logramos liberarnos, corrimos para alcanzar al agresor que ya le había hecho señas a los demás obreros para que nos impidan el pase. En ese momento me empujaron, sujetaron y rociaron gaseosa para amedrentarme. Mi camarógrafo fue sostenido por 8 trabajadores para inmovilizarlo.
Una vez que el sujeto que me agredió logró huir de la obra, recién nos dejaron ir. Pese a que intenté denunciar el hecho a unos ingenieros que laboraban allí, ellos “se hicieron los locos” e intentaron desconocer al agresor.
DENUNCIA Y CONSTATACIÓN. Acudimos a la comisaría del barrio San José para interponer la denuncia, posteriormente nos derivaron al médico legista. Ya en horas de la tarde, junto a la policía volvimos al lugar de los hechos.
Obviamente, el panorama era menos hostil. Los obreros nerviosos se miraban las caras y titubeaban cuando se les preguntaban por la agresión, señalamos a algunos de los que participaron en el ataque para evitar que detuviéramos al agresor. Él que más se molestó y preocupó fue Walter Furlong, quien en varios momentos se resistió a identificarse porque aducía que no nos agredió.
Si bien el trabajador de la empresa supervisora no nos golpeó, no hizo nada para que se ponga orden y se detenga al agresor; por el contrario, ayudó a frustrar el camino para que este escapara. La cereza del pastel fue intentar quitarnos la cámara.
RESIDENTE CONFIRMA QUE “MATÓN” SI ES TRABAJADOR. El trabajador que se portó como un matón es parte del grupo de trabajadores de la obra, así lo confirmó el residente Wilfredo Cotrina Sandoval.
Lo entrevistamos en el lugar del incidente frente a la policía y en varias oportunidades se negó a identificarlo. “Es un trabajador de la empresa, pero no tengo la planilla para darle el nombre. El mismo ingeniero (Walter Furlong) lo identificó como trabajador. Si me entregas un documento por escrito donde me solicitas el nombre del trabajador, te lo remito”, manifestó.
NO NOS VAN A AMEDRENTAR. Si ingenuamente la empresa Boyer cree que con esta agresión nos vamos a amedrentar, están equivocados. Hay medios que han optado por callarse, vecinos y comerciantes tienen temor por amenazas, pero eso no funciona con nuestro equipo de prensa. Ya nos hemos enfrentado a matones, mafias, gobernantes corruptos que hoy están encarcelados, fugados o procesados, sabemos muy bien que bajo algún ataque respondemos con mayor contundencia.
Mientras le esperamos la gana a Contraloría, la paciencia a Fiscalía de Anticorrupción o Prevención del Delito, la flojera de SUNAFIL, el ánimo a los congresistas y que se le pase la sobonería a los regidores. Nosotros seguiremos denunciando las irregularidades que encontremos, así no le guste a Los Boyer o a nuestro alcalde Jimy Silva Mena.