La carne de ratón en Malaui se ha convertido en un complemento de la dieta. Este bocado es incluido en los platos de las familias más pobres del país ubicado al sureste de África.
Es así como entre los suburbios que separan Blantyre y Lilongwe, las dos principales ciudades de Malaui, decenas de vendedores pregonan a los visitantes de turno, llevar para su consumo «Brochetas de carne de ratón».
Pequeños «chef» informales proponen comer carne ratón
Según el testimonio de un austero agricultor que hace vida en la populosa Malaui, antes de la crisis por coronavirus la situación ya era dura para los menos pudientes, en tal sentido, afirma“cazamos al ratón para vivir. Lo utilizamos como complemento de nuestra dieta diaria y lo vendemos a los viajeros para conseguir ingresos”.

Malaui es catalogado como uno de los países más pobres y desprotegidos del planeta. Lastimosamente más de la mitad de los 18 millones de habitantes sobrevive bajo la sombra de la pobreza.
A la situación social e histórica de Malaui, se le suma la dura realidad que la crisis sanitaria del coronavirus ha traído a la gran mayoría de las naciones del mundo.
De esta forma, la crisis sanitaria y económica acrecentó la inseguridad alimentaria de numerosos malauíes, obligados a ingeniárselas para saciar el hambre.
Carne de ratón un bocado para los más pobres
“Normalmente, contamos con mi marido y su trabajo”, confiesa la esposa de Bernard Simeon, Yankho Chalera,“pero cuando los tiempos son duros, contamos con los ratones pues ya no podemos permitirnos la carne”.Asados, en una brocheta y salados, los ratones se consumen tradicionalmente entre horas en los pueblos del centro del país.
“Sigo comiendo [ratones], más como recuerdo de mi infancia que otra cosa”, dice Luciius Banda
