Hace poco más de un año, la mayoría de tumbesinos eligió a Napoleón Puño Lecarnaqué, de Alianza para el Progreso, y a Manuel Merino de Lama, de Acción Popular, como representantes de la región ante el Congreso de la República. Con 6,350 votos el primero y 5,271 votos el segundo, llegaron al parlamento asumiendo ante su electorado que el período sería breve e insuficiente para lograr todo lo que la región necesitaba, pero comprometiéndose a trabajar los temas prioritarios que sus antecesores no lograron culminar.
Sabemos todos, y la mayoría lamentándolo, que uno de ellos protagonizó quizá uno de los capítulos más tristes de nuestra historia republicana, dejándose aupar hasta Palacio de Gobierno, poniéndole el perfil a la indignación ciudadana que volvió a tomar la calle obligándolo a renunciar, y a aceptar el desprecio de las mayorías. Mientras que el otro, ganándose las portadas, por un disfraz que de exagerado no tenía más que el reproche de la prensa, logró menos de lo prometido, ganándose -y no gratuitamente- la desconfianza por su ausencia y porque su voz de fiscalizador pareció más un susurro pronunciado en el viento.
La opinión pública, y con esto nos referimos a las intervenciones de los ciudadanos y ciudadanas en los medios de comunicación regional, y a las opiniones que infestan las redes sociales en la región, considera que el balance de ambos tiene un saldo negativo. De todos los reclamos y quejas, las que más irritan han sido, sin duda, las referidas a la labor fiscalizadora ante los municipios provinciales y distritales, el gobierno regional y, por supuesto, el Proyecto Puyango.
Pero no toda la culpa es de ellos y quizá tampoco de sus asesores o equipos de apoyo; en gran parte la pandemia les arrebató a ellos la oportunidad de trabajar mejor para nosotros. Pero la pandemia hizo exactamente lo mismo con todos. Y así como a todos, de alguna u otra forma la pandemia nos ha obligado a ajustar cuentas, lo menos que debería ocurrir con ellos es que nos informen sobre todo lo que pudieron y no pudieron hacer en este período.
Tienen dos meses para preparar su informe. Cuáles fueron sus logros y limitaciones durante su trabajo parlamentario y qué proyectos de ley lograron convertirse en ley, y qué acciones de fiscalización culminaron con la determinación de responsabilidades o la mejora del funcionamiento del aparato estatal, particularmente en nuestra región, son algunos temas que podrían interesar.