Mientras la delincuencia aumenta, permanecen cerradas y deterioradas, reflejando la indiferencia de las autoridades municipales
En Tumbes, las casetas de Serenazgo, anunciadas como pilares fundamentales para la seguridad ciudadana, se han convertido en símbolos de abandono y descuido. Vecinos de diversos puntos de la ciudad expresan su indignación ante la falta de atención de las autoridades, mientras la delincuencia continúa afectando a la población.
Puestos ubicados en zonas conflictivas, como la calle Francisco Ibáñez frente al Mercado Modelo, permanecen cerrados y sin uso, incumpliendo su función original. En la plazuela Pampa Grande, la caseta inaugurada en julio del 2016 durante la gestión del entonces alcalde Manuel Diego De Lama Hirs, hoy se observa deteriorada y desolada, sin presencia de personal de seguridad.
En el centro poblado Andrés Araujo Morán, otro puesto de vigilancia, que en su momento contó con el apoyo de la Asociación de Vecinos y una placa en memoria de las víctimas de la delincuencia, ha sido convertido en un botadero de basura, reflejo del abandono institucional. De igual forma, en la calle Tumpis, cerca del Paseo Triunfino, la caseta está en ruinas, con ventanas rotas, techo desplomándose y paredes descuidadas.
La indiferencia de la actual gestión municipal, liderada por el alcalde Hildebrando Antón Navarro, es evidente. A tres años de su gobierno, no se ha mostrado interés en rehabilitar ni poner en funcionamiento estos espacios clave para la seguridad. Mientras tanto, los ciudadanos se sienten vulnerables y desprotegidos, observando cómo las promesas de protección se desvanecen junto con las casetas.
Estos puestos de Serenazgo en Tumbes son la prueba visible del fracaso en la gestión de seguridad ciudadana, y un llamado urgente para que las autoridades respondan a las demandas de la población frente a la creciente ola de violencia.

