Mientras la ciudad atraviesa una temporada de lluvias intensas y ha sido declarada en estado de emergencia, la Municipalidad Provincial de Tumbes decidió abrir una nueva calle para obras, sin haber concluido los trabajos en vías adyacentes y sin garantizar condiciones mínimas de salubridad. Se ha generado un foco de contaminación y molestia ciudadana que expone una vez más la improvisación y negligencia en la gestión de obras públicas.
Desde el martes, vecinos y comerciantes de la tercera cuadra de la calle Bolívar, uno de los principales corredores comerciales de Tumbes, vienen soportando la presencia de aguas servidas, malos olores y el colapso del desagüe, situación que empeoró desde el viernes y que ya lleva más de tres días sin solución.
«Aquí no se puede respirar, es un atentado contra la salud pública», denuncian los vecinos. La obra, supuestamente de “mejoramiento urbano”, se ha convertido en una pesadilla. Lo más grave es que la Municipalidad ha brillado por su ausencia, dejando a los vecinos sin información, sin respuesta y sin ningún tipo de asistencia técnica o sanitaria.
Según «Agua Tumbes», la responsabilidad de reparar el daño corresponde a la empresa contratista encargada de la obra, deslindando funciones pese a que la supervisión de este tipo de intervenciones debería estar a cargo del propio municipio que las licita.
Lo inconcebible es que esta situación se dé a tan solo tres cuadras de la Plaza de Armas, en plena zona céntrica y de alta afluencia, justo cuando el país atraviesa una emergencia climática que exige medidas responsables y planificación. Pero en Tumbes, al parecer, las autoridades no trabajan los fines de semana.
Los afectados piden a gritos una intervención urgente. El hedor y el agua servida no solo espantan a los clientes, sino que también representan un riesgo para la salud de toda la población.
