Problemas en su infraestructura y presuntos malos manejos en contrataciones
Una bomba de tiempo está a punto de estallar en el Hospital Carlos Alberto Cortez Jiménez, principal centro asistencial de EsSalud en Tumbes. Un reciente informe de la Contraloría General de la República ha destapado un panorama devastador: deficiencias críticas en el mantenimiento de la infraestructura amenazan con desmoronar el sistema de atención, mientras la administración parece permanecer indiferente ante el deterioro progresivo de sus instalaciones.
La visita de control realizada entre el 18 y el 22 de noviembre de 2024 dejó al descubierto un cúmulo de irregularidades alarmantes. Las paredes del hospital están plagadas de grietas, pintura descascarada y cables expuestos, creando un ambiente de constante peligro para pacientes y trabajadores. En los pasillos, el peligro acecha a cada paso: cunetas sin rejillas de seguridad, obstrucciones que impiden la circulación fluida, y luces de emergencia que simplemente no funcionan.
¡Pero eso no es todo! La situación se agrava en los servicios higiénicos, donde se encontraron duchas y lavamanos en mal estado, cerámicas rotas y rampas con grietas, lo que hace casi imposible su uso por personas con discapacidad. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI un hospital carezca de las condiciones mínimas de accesibilidad? La respuesta está en la falta de ejecución del Plan Anual de Mantenimiento Hospitalario (PAMH), aprobado en septiembre de 2023 y prácticamente abandonado.
Según el informe, de los 3,733 trabajos de mantenimiento proyectados para este año, solo se han ejecutado 612, lo que representa un escaso 13.71% de avance. ¿Dónde están los recursos destinados? Más de S/ 220,720 han sido gastados en contratos y trabajos que, en la práctica, han quedado a medio camino, dejando a Tumbes con un hospital que parece más una ruina en decadencia que un centro de salud.
Uno de los hallazgos más preocupantes es el hundimiento del cerco perimétrico del hospital, consecuencia de excavaciones mal gestionadas que han debilitado sus bases. Este daño estructural ha obligado a clausurar áreas cercanas, convirtiendo cada día en una amenaza latente de colapso. ¿Estamos esperando que ocurra una tragedia para actuar? ¿Qué explicación dará la administración a las familias de los pacientes que confían su salud en este hospital?
A esto se suman los problemas en los consultorios odontológicos y médicos, donde se encontraron equipos inoperativos, módulos prefabricados sin iluminación ni agua, y cables enredados que transforman lo que debería ser un ambiente seguro en un verdadero caos. La falta de resinas para tratamientos odontológicos, la presencia de productos inflamables almacenados en farmacias y la carencia de extintores funcionales son apenas una muestra de la negligencia que está poniendo en jaque la seguridad de todos.
La Contraloría, en su informe N.° 28056-2024-CG/GRTB-SVC, no ha dudado en calificar esta situación como una amenaza directa para la continuidad del servicio, la seguridad de los usuarios y la correcta utilización de los recursos públicos. Ha solicitado al titular de EsSalud presentar un plan de acción en un plazo máximo de cinco días hábiles.