Un año  ha  pasado desde que el cuerpo de Edilberto Olaya Saavedra, de 51 años de edad,  fuera sepultado en el  cementerio “San Pedro” en el distrito de Corrales, en la región de Tumbes. Su familia aún está intranquila, pues dice que su despedida no fue digna. 

Sin embargo, grande fue la sorpresa que se llevaron sus seres queridos la mañana del lunes,  al exhumar sus restos de los nichos COVID-19 del citado  cementerio,  con el fin de sepultarlo en otro lugar dentro del mismo  camposanto,  el cajón fúnebre era de cartón prensado, además se encontraba en pésimo estado. 

Una de las hijas del occiso narró a Hechicera que pagaron la suma de 2 mil soles, por un ataúd de madera, a pesar que su padre murió a causa de una insuficiencia  renal crónica y complicaciones a  una operación, en el Hospital EsSalud de Tumbes le  diagnosticaron  que su  deceso fue por sospecha de la COVID-19, pero nunca le entregaron un documento,  a pesar que nadie más en su familia se contagió del mortal virus. 

Sostuvo que se vieron obligados a comprar un nuevo ataúd, esta vez de madera, ya que en donde se encontraba sepultado su padre no servía para nada, pues el fondo del cajón de cartón prensado se desprendió. 

Los familiares de Olaya Saavedra dieron a conocer que cumplieron con todos los requisitos que dispone el Ministerio de Salud;  sin embargo, el personal de salud solo estuvo presentes unos minutos durante la exhumación, luego se retiraron. 

Cabe mencionar que los  féretros de cartón prensado  son baratos, pero los fabricantes chocan contra los prejuicios culturales.  

DATO 

Hay que precisar que, durante la primera ola de contagios, en Tumbes  fallecieron 723  personas a causa del nuevo coronavirus. Uno de los distritos más golpeados fue Corrales. Muchos de ellos murieron en los dos únicos hospitales de Tumbes. 

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