Agenda mínima

Los norteamericanos, cuyas universidades siempre ocupan los primeros lugares, se han acostumbrado a estudiar casi todo tipo de hechos y a establecer teorías para explicarlos. Es harto conocida la teoría de la «Agenda Setting», o teoría de la fijación de la agenda, que plantea que son los medios de comunicación los que ponen la agenda a la ciudadanía, determinando cuáles son los temas que poseen interés informativo y cuales no, y cuáles merecen un mayor espacio e importancia.

El punto central alrededor del cual giran las ideas de dicha capacidad de influencia de los medios de comunicación es, precisamente, la capacidad que tienen de acumular la información y dependiendo de su tamaño, graduar la importancia para luego difundirla. En contraposición, hacen lo propio para decidir cuáles son los temas que no merecen espacio en la agenda pública.

Si esto es moral o politicamente correcto, o no, es un asunto que merece posterior análisis, sobretodo en regiones como la nuestra, donde los medios de comunicación más importantes por manejarse en varias plataformas, tienen -sin duda- la capacidad de concentrar información y determinar su relevancia. Lo que pretendo graficar con este repaso de lo que es la «agenda setting» es la relevancia que tiene el simple hecho de poseer una agenda. 

Como alguna vez lo explicó el Forrest D. Colburn, Ph.D y MA. de la Cornell University, y profesor de análisis político en INCAE, en un extraordinario curso de «análisis político para el sector privado» organizado por ASBANC, «si tú no tienes agenda, estás en la agenda del otro». Leyéndose sumamente simple, también es rotundamente cierto. Las organizaciones, privadas o públicas deben tener una agenda mínima, debidamente pensada y trabajada, capaz de poner temas en la agenda pública; o dicho de otra manera, capaz de generar influencia en los medios y en la propia ciudadanía para lograr identidad y respaldo con aquéllos.

Encontrándonos casi al final del período de gobierno de las autoridades regionales y municipales, sobra el interés por conocer cuáles son o deberían ser esos temas importantes capaces de generar el interés de la opinión pública. 

Más allá de lamentar que en nuestra región el análisis político y el manejo de las relaciones interinstitucionales y la comunicación gubernamental sea materia desconocida (pues no se le conoce a las autoridades asesor político o equipo de comunicación gubernamental alguno), resulta sumamente relevante en estas organizaciones que a estas alturas exista una agenda mínima, que destaque los asuntos más importantes que ocupan el trabajo de la autoridad política y que todos debamos conocer.


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